A los jóvenes de ahora les ha tocado vivir en una sociedad en la que lo tienen todo. No sé si es una frase de un anuncio, pero todo lo que quieren lo tienen y lo cogen.
No valoran las cosas porque no les cuesta.
No valoran las cosas porque no les cuesta.
En muchose casos, estos niños no han hecho nada para recibir estos regalos. Hoy en día no hay una dinámica de esfuerzo, de ir paulatinamente llegando a ciertos niveles como antes.
No conocen los límites.
Para los niños de hoy en día no existen límites porque lo que quieren lo tienen sin prever las consecuencias. Lo que nos diferencia de los animales a nivel cerebral es el lóbulo frontal, la parte más anterior de nuestro cerebro, que acaba su maduración a los veintitantos años. Esa parte se encarga de controlar nuestros impulsos y de anticipar las consecuencias de los actos. Y eso no está madurado completamente hasta los veintiuno, veintidós o veintitrés años. Lógicamente no se puede pedir a un menor de trece años que anticipe las consecuencias.
Los jóvenes se inician cada vez antes en el sexo. ¿Por qué?
Acceden a través de los recursos que les proporcionan los mayores, como Internet, a vídeos y a páginas que muestran toda una serie de conductas que son de adultos y que no se les vetan. Muchas veces aparecen como un mero juego. Ellos no son conscientes de que hay límites, piensan que también pueden hacerlo.
¿Los adultos educan mal a sus hijos?
Es una educación por ausencia. Ni mala ni buena, sino ausente.
¿Para cubrir las ausencias de los mayores a los niños se les da todo y eso es un error?
Más bien es una dejación de nuestras responsabilidades. El estrés del trabajo hace que olvidemos cuestiones realmente importantes como es el cuidado de nuestros hijos. Tenemos como ejemplo el suceso de Leioa con ese dramático y fatal episodio en el que una madre se fue a trabajar olvidando a su hijo de tres años en el coche. Un lamentable error, pero muchas madres me dicen que se han olvidado a sus hijos en el colegio.
Es duro reconocerlo, pero estas cosas, aunque parezcan de ficción, suceden... Es fácil criticar.
Pasan, pero no deberían de suceder. Es muy grave, a la vez que doloroso para esa madre y esa familia.
He oído muchas veces esa frase de: Una bofetada a tiempo ...
Si un niño se va a tirar por un balcón, una bofetada y lo que haga falta para evitar que se tire. Lo agarramos por los pelos si hace falta. Pero pienso que la bofetada es el último de los recursos, cuando a tiempo no se hicieron las cosas bien, después no se solucionan con bofetadas.
El diálogo es fundamental, ¿no?
Imprescindible.
¿Acaso no se dedica tanto tiempo a los hijos como se debiera?
No. (Con rotundidad). Descuidamos lo más importante. Damos prioridad a otras cuestiones.
La violencia de género está a la orden del día. Cada vez hay más casos de hombres que agreden a sus parejas. Los menores se están criando en una sociedad aún machista y violenta. ¿Influye en su educación?
Por supuesto, de hecho es un problema. Los episodios de violencia hacen flaco favor a los menores. Pero también hay hijos que golpean a sus padres, ¿eh? Lo que significa que alguien no puso los límites a tiempo.
Los jóvenes se vuelven más violentos en grupo.
Así es. La violencia no está siendo solamente de niños o de chicos sino también estamos asistiendo a cuadrillas de chicas adolescentes extremadamente violentas entre ellas. La violencia es cada vez más común y está a la orden del día entre las niñas. Es un tema muy preocupante por la agresividad que muestran.
¿Y luego se graban con el móvil?
Y después lo cuelgan en Internet.
¿Y qué se puede hacer?
A los padres les suelo decir que si se preocupan al menos una vez al día de comer con sus hijos, de vigilar la alimentación que están llevando y de pasar el fin de semana un buen rato con ellos, acabarán controlando mucho mejor a sus menores. ¿Qué es eso de que el niño coma solo en su habitación, sin control?
¿Y cómo deben actuar los padres cuando sus hijos les piden permiso para salir de noche?
No es sano que un menor esté a las tres de la mañana en la calle solo.
¿Lo de a las once en casa hay que aplicarlo más?
No sé si a las diez o a las once. Lo que no es normal es que en noches como la sanjuanada, chavales de 13 y de 14 años se emborrachen en una hora y regresen a la mañana siguiente a sus casas. Son menores y las autoridades institucionales no lo deberían permitir, y tendrían que tomar cartas en el asunto. Luego no vale lamentarse. Las soluciones se deben encontrar antes de que ocurran.
Cuando la inmadurez se mezcla con el alcohol y con las drogas...
Se forma un cóctel dañino. En un cerebro que se está desarrollando todavía son tremendas las consecuencias que origina el alcohol. Cuando aplicamos técnicas de electroencefalograma, las consecuencias que acarrea su consumo son fatales. Se altera el hábito del sueño, y afecta a su sistema nervioso. Con todo esto, pedir a los adolescentes que se controlen es casi imposible.
Los adolescentes se vuelven descarados.
Porque lo han tenido todo y no aceptan un no por respuesta.
Y no, es no.
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